Si me consultaran cuál
sería el término más próximo para
denotar el abandono de la educación en el Ecuadoren las últimas décadas, no
vacilaría en responder: ¡total! en todos sus niveles. ¿Qué hubo detrás de esta
situación? Un Estado desinstitucionalizado por una partidocracia dominante en
búsqueda incansable e insaciable del poder. Las múltiples agrupaciones
políticas aspirando a tener el gobierno o cogobierno del debilitado sistema
democrático ecuatoriano del que deriva
el quehacer público. Todas, por la vía que hubiere ocurrido, legal o
ilegalmente, por elección popular o por golpe de Estado, tenían como objetivo
los dorados ministerios, curules o sillas de jueces para sus miembros más
prestantes. No hay mejor imagen descriptiva de este período que la camioneta de
1997 ni mejor expresión que la del par ¡nadie
se me baja de la camioneta! Estulticia politiquera….mientras… el pueblo
olvidado, útil al momento de empujarla, para eso nada más.
Las mismas caras,
intenciones y demagogias. Si pocos de los ofrecimientos se hubieran cumplido
por los psicópatas de poder y de dinero
buena parte de la población pobre del Ecuador hoy tuviera mejores
condiciones de vida. Se festinaron los recursos naturales y saquearon las arcas
públicas. Nadie inventó ni patentó nada pero los ricos fueron en aumento, por
coincidencia, muchos de ellos en algún
momento estuvieron adheridos a la veta del sacro tesoro nacional del que se
apropiaron inescrupulosamente. Perlas: un presidente cuyo primer decreto fue
subirse el sueldo; un sacerdote que hizo de las aduanas su paraíso; un hijo de
la fortuna que despertó millonario en el mismo lugar del cura. Las estadísticas
hablan, la brecha entre los pobres y los ricos se amplió, la clase media
disminuyó, la extrema pobreza se incrementó.
Más gente con necesidades básicas insatisfechas, mayor número de
habitantes y la misma dotación de recursos físicos y humanos en áreas hipersensibles:
salud y educación.
En este punto
reflexiono sobre la educación superior y considero: la Universidad de Guayaquil
(UG) es consecuencia del desgobierno y corrupción señalados previamente- premisa válida para el que
debiera ser Sistema de Educación Superior-, haciendo un antes y después del
gobierno de la Revolución Ciudadana. La UG tenía un largo trayecto de abandono
total que la condujo al sitial con calificación D que penosamente ocupa ahora.
Aislada, con independencia de la autoridad gubernamental, sin ente de control
que la direccione y corrija ni lazos con la sociedad que la provee y a la
que se debe. Su accionar de líneas
divergentes antes que la figura geométrica ideal. La UG fue fiel reflejo de la
inestabilidad política, social y económica que asolaron a la nación. Con una
tergiversada autonomía, autoridades complacientes y no pocas veces cómplices se
convirtió en casa de nadie, no se rendían cuentas, todos exentos de culpa, en
términos económicos se dejó hacer y se dejó pasar.
Sobre la
calificación si bien al interior de la
UG algunos piensan que es injusta, en lo personal considero que la letra corresponde a la realidad y así
lo demostraría una investigación de
abordaje cualitativo. Con relación a la Intervención sobraban las razones para
iniciarla y tardía su ejecución. Pienso también que la comunidad universitaria
esperaba más de la Comisión Interventora (CI), su mayor debilidad la falta de
comunicación. A la vista obras inconclusas o maquilladas. Acertada la
designación de Rector. Aconsejable que el
CES le encargue al Consejo Universitario realizar una evaluación del grado de
satisfacción de los docentes con el trabajo realizado por la CI. Prontas
elecciones. Feliz 2015.
Dr. Cesar Bravo Bermeo
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