jueves, 7 de marzo de 2013

CARTA DE CESAR BRAVO BERMEO AL COLEGA DOCENTE NELSON DAVILA ACOSTA A PROPOSITO DEL ARTICULO EXPERIENCIA PARA REFLEXIONAR






CARTA DE CESAR BRAVO BERMEO AL COLEGA DOCENTE NELSON DAVILA ACOSTA A PROPOSITO DEL ARTICULO EXPERIENCIA PARA REFLEXIONAR








Señor Economista Profesor Nelson Dávila:


La verdad no necesita desagravios. Mi propósito al escribir estas inevitables líneas es solidarizarme con Usted ante las expresiones cargadas de emoción negativa del que ha sido objeto, por dar a conocer, mediante escrito, a miembros de la comunidad universitaria de la ciudad de Guayaquil, la falta de motivación a la lectura por los estudiantes regulares de sus clases en el curso que feneció.


Su testimonio reafirma la percepción de los docentes de esta carencia que, explica en cierta medida el nivel de instrucción y formación no deseado para la juventud universitaria. Estoy convencido que constituye también una manifestación de su preocupación por la calidad de la educación y por la profesionalización resultante. Probablemente, su talante impreso en las letras es tomado muy en cuenta por sus detractores quienes se distraen en los detalles, soslayan lo fundamental y se precipitan con términos ofensivos que afectan su dignidad.


Si bien esta actitud no llama la atención por la costumbre alienante de vivir en la intolerancia y en el irrespeto, -penoso que surja de compañeros de la comunidad universitaria- explicable por la sociedad patriarcal en la que nos desarrollamos, donde destaca la autoridad, la jerarquía, el poder; no por eso, se dejara de rechazarla y aprovechar la oportunidad para insistir en la necesidad del auto-conocimiento, la re-educación interpersonal y cultivo espiritual.


Usted sabe que la motivación a la lectura y la comprensión lectora de los estudiantes universitarios de todos los confines han llamado la atención de las instituciones y autoridades de educación del planeta y se hacen esfuerzos por mejorarlas. En concordancia con aquello, las universidades ecuatorianas emulando las iniciativas que se llevan a cabo en otras latitudes deberían elevar al debate la normatización de las estrategias y procedimientos para, de manera consensuada, colocar a la lectura en el nivel de importancia que tiene no solo en la etapa estudiantil sino en toda la vida del hombre.


Leer es un proyecto vitalicio. Goethe afirmaba: “Algunas personas ignoran lo que cuesta en tiempo y esfuerzo aprender a leer bien, yo le he dedicado 80 años a esa labor y creo que debo continuar…”. Esta frase es reveladora de la complejidad de la acción de leer y lo temporalmente prolongado de aprender a leer bien. Por otra parte, la definición de George Steiner sobre los espacios universitarios: “Las universidades son simples casas de lectura”, dice de lo trascendente de la acción de leer. La lectura es la base del intelecto.


A partir de estas opiniones, quizá, pudiera surgir una primera acción que tenga como protagonista a la Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad de Guayaquil. Constituir un Comité de Docentes de Acercamiento a la Lectura, en el que se converse, reflexione y analice la problemática señalada.


Comparto con Usted tres (3) citas bibliográficas:


1. Alterio, G. y Pérez, H. Hábitos de la lectura en estudiantes universitarios. Universidad Centro Occidental “Lisandro Alvarado”. Decanato de Medicina. Barquisimeto, Venezuela.


2. Carlino, P (2002). Quien debe ocuparse de ensenar a leer y escribir en la universidad. Tutorías, simulacros y síntesis de clases en las humanidades. Lectura y Vida. Revista de la Asociación Internacional de Lectura. No 4, marzo, pp.6-14.


3. Gutiérrez, A. y Montes de Oca, R. La importancia de la lectura y su problemática en el contexto educativo universitario. Universidad Juárez Autónoma de Tabasco, México.


Gracias Profesor Dávila por permitirme participar en esta interesante conversación.


Cesar Bravo Bermeo. 7.03.13. Buenos Aires, Argentina





miércoles, 6 de marzo de 2013

EXPERIENCIA PARA REFLEXIONAR DEL COLEGA DOCENTE ECO. NELSON DAVILA ACOSTA

Experiencia para reflexionar
Ha terminado el período lectivo 2012-2913, en la Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad de Guayaquil, Ecuador. Queda un sabor amargo. Concluido el cómputo de las notas totales, solo un tercio del total de estudiantes aprobó el curso. No hay alumnos sobresalientes, de esos que aportan a la clase y al profesor. Muy pocos fueron promovidos con una calificación de 17/20, algo aceptable. La mayoría de los que aprobaron lo hicieron con el mínimo exigido, 13/20, pasaron “raspando”. (Me refiero al total de alumnos de quien suscribe esta nota, en 4 paralelos).
Este presente no es sino el resultado de una organización académica y administrativa que se descubre en las referidas magnitudes. No creo que sea un fenómeno reciente. Me atrevería a señalar que su pendiente es negativa. De alguna forma la mediocridad constituye un sistema organizado, lamentablemente.
Según el PNUD, el analfabetismo ecuatoriano, que se extendía sobre el 11% de la población, ha sido reducido fuertemente gracias a un programa cubano que enfrentó ese tema. Pero el que más ecuatorianos puedan leer no significa convertirlos en lectores. Sospecho que el pueblo ecuatoriano, simplemente, no lee. En las escuelas y colegios no se obliga ni se incentiva a la lectura de los grandes autores del mundo. No se ve en la lectura algo placentero, como un aprendizaje de la vida para la vida de c/u de nosotros, como una necesidad vital.
Resuena en mi cerebro la respuesta de Newton en su disputa con Laplace, si he visto más lejos que otros – precisó – es porque me he trepado sobre hombros de gigantes.
No sólo se trata de que no se explique, se lea y discuta sobre los gigantes, reemplazados con manuales elegantes que parecen bazares. Se trata también de que se desconoce el significado de una biblioteca. Conferirle el don de la ubicuidad a todo autor y permitirle superar la barrera de la muerte para posibilitar diálogos futuros. Las bibliotecas no sirven si su contenido no pasa por el cerebro de los vivos. Son cementerios especiales que evitan la degradación de la información. Hay algo de magia en ellos si pensamos en que hacen posible el contacto de los muertos con los vivos. Los libros hablan, nos presentan experiencias de vida, visiones, eliminan distancias sean éstas espaciales y/o temporales. ¿Cuántas experiencias ajenas pasarían a formar parte de nuestro acervo cultural leyendo un libro al mes a lo largo de la vida? Recordemos, el cerebro es un musculo, y los músculos que no se usan, se atrofian, ¿Cuál es el mejor ejercicio para el cerebro humano?, leer y pensar.
Y Ecuador, no lee ni piensa.
En la Universidad Católica de Guayaquil, tuve esta experiencia: en el primer día de clases, presenté a los alumnos de tercer nivel, las actividades a desarrollarse, entre ellas, controles de lectura. Debían leer 4 libros en un semestre. Enterado, un alumno preguntó: “profe, y cuantas páginas tiene el primer libro? Respondí que 88, (Magallanes de Stefan Zweig), el mismo alumno me pidió un receso de dos minutos para conversar con sus compañeros, accedí, luego de conversar entre ellos, aquel alumno dijo: “profe, hemos resuelto leer 10 páginas, eso, si Ud. quiere”, tomé mis cuadernos y carpetas, me despedí diciendo a los “estudiantes”, que consigan un profesor que les regale el año, sin cumplir ninguna tarea”
En todas las universidades ecuatorianas, por las que transité, el panorama es el mismo: desolador, la ignorancia es mayúscula, el deseo e interés inconsciente de NO SABER y de NO SER EDUCADO es enorme.
La joven que estudia medicina, se las verá con huesos, cartílagos, carne, nervios, sangre, etc. sustancias siempre materiales. Quien estudie arquitectura, utilizará ladrillos, cemento, hierro, etc., para construir formas. El que estudie, química, hallará que sus elementos de trabajo son los ácidos, líquidos, reverberos, recipientes, mezcladores y hoy computadores.
Quienes hacen alguna rama de las ciencias sociales, tienen una única herramienta: su cerebro, pues deberán aprender a pensar concreta y abstractamente. Pensar, es posible solo con palabras, así, la lectura, se vuelve ineludible, como única forma de que el cerebro cumpla sus tareas sociales.
Esto es más necesario para el economista, cuya verdadera utilidad social, es planificar el futuro del Estado, de la sociedad, de las empresas, de los partidos políticos y sobre todo de la producción y de los nexos entre los Estados.
Planificar, significa prever. Karl Menger se refirió a ello definiendo que la inteligencia estaba referida a la facultad de extender la capacidad de previsión a la mayor distancia temporal. Modernamente, se diría, que ser inteligente significa disponer de la capacidad de reducir la incertidumbre y la indeterminación del futuro. Esto exige poseer conocimientos de historia, de filosofía, de literatura, mundiales, nacionales y regionales. Keynes definió al economista maestro en ese sentido, incluyó, además, la condición de poeta, el de ser imaginativo para hallar nuevos caminos y de ser valiente.
A la Facultad de Economía, llegan trabajadores que pretenden estudiar, QUE NO TIENEN LA AFICIÓN A LA LECTURA, que priorizan el trabajo frente a sus clases. La Facultad lo sabe, por eso permite que los alumnos puedan faltar al 30% de las clases. Si imaginamos una cadena de montaje y se permite que la materia prima pueda no estar presente el 30% del tiempo en cada estación de trabajo, el resultado no puede ser otro que el desastre. El tiempo es una variable que sólo importa el 70% es lo que se declara. Imaginen eso como principio de la producción social. Si se le preguntara a cada aspirante a economista si le gusta leer, seguro que habremos descubierto un desierto.
¿No sería más honesto auto-liquidarnos?
Y todas las Universidades del país, tienen Facultades de Economía, en las que el drama es el mismo.
Valientemente, el señor Presidente de la República, declaró a la prensa mundial, “que él lloraba, en Bélgica, por lo que su universidad no le dio”
La lectura de la obra de Carlos Marx, libro básico de la crítica a la Economía Política, no es tarea fácil. Demanda tiempo y esfuerzo personal. Ese hombre era un gigante, un erudito. Con gran facilidad recorría la historia, tomando ejemplos de la antigua Grecia, Roma, Egipto, etc. Sus ejemplos fueron tratados a la luz de la filosofía y expresados con un lenguaje de alto nivel y en varios idiomas, que el autor manejaba con facilidad.
La obra de Marx es muy exigente, es como escalar una montaña.
No sólo eso, su lógica es distinta al incorporar en ella a la historia, y hay que estudiarla.
Hay un sistema social contra la lectura. Daniel Estulin, uno de los investigadores sobre el poder mundial, ha recomendado apagar la televisión en RT.
No es por gusto, hay un apartar a la población de la política. El entretenimiento le disputa espacios. Y, lo que es peor, hoy asistimos en Ecuador a nuevos intentos de transformar a gente de farándula en asambleístas nacionales.
La falta de lectura cumple funciones políticas, apartarla de la población. No es un principio nuevo, es viejo. También se buscó apartarla de la economía. Fue Marshall, en sus célebres principios, quién se atrevió a llamar a la Economía Política, simplemente, como economía. Ni los descubridores del marginalismo, Jevons, Walras y Menger, se atrevieron a ello.
Las Facultades de Economía andan con muletas.
El Capital, la obra mayor de Marx, es un testimonio crítico del progreso bajo el capitalismo y de su tendencia a la crisis. Algo que reconoció Keynes, influenciado por Malthus, al hablar del exceso de ahorro y por el marginalismo austriaco con su tesis referida al exceso de inversiones. Algo que es un fenómeno nuevamente a la vista de todos, algo que la teoría dominante ni siquiera percibe.
Por eso es que un Profesor de la Facultad, hace años, muy juiciosamente, distinguía entre demanda solvente y demanda efectiva al preguntarse sobre ambas.
Hoy diversos economistas advierten que Marx tenía razón[1], el desempleo involuntario existe y no puede eliminarse, más bien hoy se lo promueve.
Leer a Marx, es leer una red de conceptos, con un sentido lógico-histórico, no hay temas autónomos, ni independientes, cada tema depende del anterior, es imposible suponer nada. la ciencia construye hipotesis, a partir de los hechos. Así, no basta la historia, se requiere la ayuda de la filosofía y de la literatura, para expresar con precisión un concepto, una categoría, una ley, una tesis.
La inmensidad de la lectura requerida y su exigencia no es apta para “trabajadores que pretenden estudiar”.
Es preciso y urgente cambiar el régimen de estudios, en general, el estudiante universitario no debe trabajar, y en particular un estudiante de ciencias sociales menos aún. No por gusto los receptores de los premios Nobel en ciencias económicas tienden a ser personas de avanzada edad, aún bajo la ortodoxia predominante.
¡Y eso es lo que no se hace! Renunciar a leer, por no tener tiempo, es renunciar a pensar
Quien suscribe este editorial, “armó” la página web: www.perfileconomicomundial.com, para sus alumnos, en ella “instaló” varios libros que juzga fundamentales para el desarrollo de sus clases, que se pueden “bajar” gratis. Informó del particular a sus nuevos estudiantes el primer día de clases, principios de abril de 2012; el último día de clases, enero del 2013, le preguntó a sus alumnos. ¿Cuántos de ustedes leyeron El Capital? Nadie levantó la mano. Hizo otra pregunta: ¿Cuántos “bajaron” de la Web los libros requeridos? Cuatro de 41 alumnos levantaron la mano, Y, de estos cuatro, ¿Cuántos leyeron la obra? Todos dijeron que no tuvieron tiempo.
Pregunta final. ¿Cuántos aspiran a pasar de año?, todos levantaron la mano.
Cualquier inclinación por la docencia de este tipo de alumnos va sobre otras asignaturas subordinadas a la mecánica clásica, a la media aritmética y a la campana de Gauss, a la ausencia del tiempo en las relaciones económicas e inexistencia del cambio tecnológico. No se ve a la economía como un fenómeno social alejado del equilibrio. Se insiste en que las mercancías llegan sin precio a los mercados[2], y se enseñan poco y mal sobre la inflación, y sobre la crisis, simplemente nada.
La crisis mundial del empleo, ha revelado a la macroeconomía como incapaz de resolver nada, y más de uno ha señalado a la “macro” como cómplice del actual atraco bancario-financiero mundial[3].
Hay una institucionalidad que, básicamente, está muerta. Y todos nos hemos convertido en sepultureros, incluso la política económica que vincula la deuda al intercambio.
Y no sirve para nada ser PHD en una ciencia inútil.
NELSON DÁVILA ACOSTA

[1] Leer. The conscience of a liberal, en el NYtimes del 8/12/12 de Paul Krugman, (lea su traducción, en www.perfileconomicomundial.com) Leer también en esta página: “que están pensando los economistas sobre la crisis y la realidad actual del capitalismo” de Alberto Rabilotta.
[2] Leer: libertad de elegir de Milton Friedman
[3] Leer: “la inefable inutilidad de la macroeconomía” de Paul Krugman, en www.perfileconomicomundial.com

lunes, 4 de marzo de 2013

LA EVALUACION CONTINUA por Arcadi Gual, Jordi Palés-Argullós

A nadie sorprenderá el interés que la Fundación
Educación Médica (FEM) ha puesto en analizar y
explicar el proceso de Bolonia y muy concretamente
lo que representa este proceso para las enseñanzas
de las ciencias de la salud en general y de la medicina
en particular. Bolonia no es sólo una inflexión
en el grado, la primera etapa del proceso de
aprendizaje de los profesionales; Bolonia es un punto
y aparte. Pero hoy no pretendemos hacer una reflexión
general, sino simplemente exponer una preocupación
concreta: la evaluación en los estudios de
grado.
Los nuevos planes docentes han introducido la
‘evaluación continua’ argumentando que es lo que
pide Bolonia. Cierto es que desde el inicio el Ministerio
de Educación, responsable y competente en
esta materia, no ha ayudado. Además de la evaluación
continua, la ley obliga a una evaluación de toda
la asignatura, como la de siempre. Pero eso lo podríamos
pasar por alto, como si fuese una minucia.
Una vez puestos en materia, la evaluación continua
se pone a disposición de cada profesor para que la
aplique a su asignatura. Bolonia habla de evaluación
continua de competencias, competencias que
presumiblemente se adquieren con los contenidos
aportados por varias asignaturas y, por tanto, la
evaluación exclusiva por asignaturas pierde sentido.
Pero eso también lo podríamos pasar por alto,
como si fuese una minucia. Cada profesor, versado
en técnicas de evaluación o iletrado al respecto,
aplica su criterio y posibilidades a la evaluación continua
de su asignatura. No es posible a lo largo de
un cuatrimestre desarrollar muchas pruebas porque
no se dispone de tiempo, de los recursos materiales
ni tampoco de profesorado suficiente para ello; una o dos pruebas es lo habitual, y excepcionalmente
tres o cuatro cumplirán el requisito de
llamar ‘continua’ a la evaluación. Pero como el propio
profesor no confía mucho en lo que significa en
términos de aprendizaje su propuesta de evaluación
continua, decide que su evaluación continua valdrá..
Pero no valdrá mucho, no sea que los estudiantes
aprueben sin saber la asignatura. El promedio de la
evaluación continua de cualquier universidad española
no llega a un valor de un 50% de la nota final.
Pero eso también lo podríamos pasar por alto,
como si fuese una minucia. Los estudiantes aprietan,
lógicamente, y piden que las pruebas de la evaluación
continua sean eliminatorias. Argumentar a
los estudiantes que la ‘evaluación continuada eliminatoria’
no sólo no existe en ningún país del mundo,
sino que es una contradicción en sí, resulta mucho
más difícil que inventar la rueda cuadrada: por
ello hemos inventado la ‘evaluación continua eliminatoria’,
sobre la cual no encontrarán referencia bibliográfica
alguna. Si han llegado a leer hasta aquí,
aceptarán que en los grados en ciencias de la salud
en las universidades españolas la evaluación continua
de verdad es un fenómeno excepcionalmente
infrecuente, una rara avis.
La responsabilidad de la evaluación en el grado
es cosa de todos, los docentes, los discentes y la administración,
incluidas las agencias de calidad universitaria,
más cercanas a la propia administración
que a la sociedad civil y los consejos sociales. Pero
en estos momentos la evaluación de calidad en el
grado, ajustada a estándares internacionales, no parece
ser una preocupación para ninguno de los tres
sectores. En el mejor de los casos se sigue evaluando
como siempre, cuando no peor. ¿Es tan difícil
leer un poco? Información y artículos de calidad
contrastada sobre la evaluación continua los hay a
cientos, quizá a miles. ¿Cuántas facultades han elaborado
planes de estudio incluyendo un programa
global de evaluación? La norma ha sido dejar la
evaluación en manos de los responsables de cada
asignatura. La institución responsable de un grado
no puede garantizar a la sociedad una formación de
calidad si no dispone de un programa de evaluación,
un programa integral e integrado, organizado a lo
largo de todos los años de formación. Si sólo se dispone
de una evaluación compartimentada por asignaturas
no estamos frente a una buena evaluación.
Disponer de un proceso de evaluación continua
de los estudiantes no es un capricho para complicar
la vida al profesor. La evaluación continua, indisociable
del feedback que debe proporcionase al estudiante,
es útil y necesaria para monitorizar la progresión
del aprendizaje (feedback) y para tomar decisiones
sobre su progreso (pasa/no pasa). Y esto es
válido tanto para el profesor que imparte una asignatura
como para la facultad que certifica un grado.
Por ello, la evaluación ha de ser continua, engranada
en un programa de la institución. Además del
sentido común, la literatura científica muestra que
cuanto más importante sea la decisión a tomar (por
ejemplo, certificar la adquisición de un grado), mayor
ha de ser el número de actividades evaluativas
que se deben disponer a lo largo del periodo evaluado.
Solamente un número suficiente de puntos
de referencia, estructurados y organizados dentro
del programa de la institución, permitirán tomar
las decisiones coherentes y justas que la sociedad
demanda.
Una última apostilla. Hay demasiadas evidencias
que apoyan la necesidad de movernos desde el discurso
psicométrico dominante, basado en pruebas
estructuradas y tests de toda índole, hacia actividades
de evaluación no paramétricas, personalizadas
y realmente continuas, en las que el profesorado
experto en evaluación saque todo el fruto de su experiencia
para mejorar el rendimiento del estudiante.
La evaluación continua no ha de servir sólo para
la nota final, la evaluación continua es uno de los
instrumentos del aprendizaje. Utilizar la evaluación
continua como instrumento de formación no es
optativo para el profesor, es una obligación. La investigación
en el campo de la educación médica
nos proporciona cada día nuevos instrumentos
para evaluar diferentes aspectos de la formación de
los médicos. Entre los instrumentos encontramos
de todo tipo, complejos de aplicar o especialmente
sencillos. Los hay económicos y los hay caros. Los
hay fiables, consistentes y reproducibles. Saber escoger
el instrumento adecuado para cada evaluación,
en cada momento y en cada lugar no puede
ser fruto de la tradición (siempre se ha hecho así y
los resultados son buenos), ni tampoco de la moda
(es el último instrumento publicado). La elección
del instrumento de evaluación no ha de seguir otro
criterio que el mismo utilizado en la investigación
biomédica, el criterio científico. Expertos en contenidos
biomédicos no nos faltan, pero expertos, o al
menos buenos conocedores, del proceso evaluador
no nos sobran. Entre otras misiones, ésta es una de
las relevantes de las unidades de educación médica.
Es necesario que los docentes, buenos conocedores
de los contenidos específicos, se asesoren de los expertos
en evaluación. Es especialmente necesario
formar a los docentes en evaluación formativa, la
evaluación continua, que como ha quedado claro
trasciende a la evaluación de cada asignatura.
La evaluación, y muy especialmente la evaluación
continua, sigue siendo una asignatura pendiente
en los estudios de grado en ciencias de la salud
y en concreto en el grado de medicina. Resolverlo
no será fácil, pero la pregunta a formular es:
¿cuándo decidiremos abordarlo?


Bibliografía / References
1. Van der Vleuten C. Validity of final examinations in undergraduate medical training. BMJ 2000; 321: 1217.
2. Palés-Argullós J. La progresiva adquisición de competencias en la formación médica. Cursos de Verano de la Universidad
Complutense. San Lorenzo de El Escorial, Madrid, julio de 2012.
3. Van der Vleuten C, Schuwirth LWT, Driessen EW, Dijkstra J, Tigelaar D, Baartman LKJ, et al. A model for programmatic
assessment. Med Teach 2012; 34: 205-14.