lunes, 5 de noviembre de 2012

REFLEXIONES DEL COLEGA DOCENTE TELMO VITERI BRIONES


Telmo Viteri Briones






Estimados docentes: si toda la comunidad universitaria hubiera marchado en señal de protesta,cuando se estaba "discutiendo" la Ley de Educación Superior, a "entrevistarse" con el que funge de Presidente de la República y si él hubiera escuchado el grito mayoritario de la Universidad de Guayaquil, las cosas hubieran ido por otro sendero. Seguramente no vio, ni escuchó esa multitudinaria presencia y se dedicó a conversar con los integrantes de su equipo de balompie. Lástima por él...porque puede tener razón en muchas cosas de las que dice de la Universidad Ecuatoriana, pero con Decretos,leyes, etc. sin existir procesos educativos, metodológicos, ideológicos y políticos no se puede cambiar una realidad. Y qué podemos decir de nosotros y nosotras: comodidad, molicie,falta de un proyecto político universitario con pertinencia al cambio socio económico cultural educativo. Primero pensemos en ello. Qué no hemos hecho en favor de la Patria desde la Universidad? Cómo hemos asumido las falencias estructurales organizativas del alma mater? De qué manera se han manejado nuestros gremios, con nuestro apoyo , en defensa de los intereses de sus asociados y de los entornos comunitarios? Hemos orientado a nuestro pueblo en sus derroteros políticos? Cuáles han sido nuestros vínculos con el alumnado en el proceso de enseñanza-aprendizaje y en la prosecución del cambio social? Hemos exigido a nuestras autoridades perfeccionamiento y actualización docente de calidad? Los hemos entronizados a ellos  (a los directivos) en el poder o están y estuvieron ahí porque eran nuestros líderes natos? Hemos aportado teórica y científicamente al desarrollo de nuestra nación y por ende al claustro universitario? Bueno,y así surgirían una serie de reflexiones. De qué se trata, pues, a mi modesta manera de ver, que comencemos por ahí, en un acto de contricción y expiación donde el sacrificio sería involucrarnos más con nuestra Universidad, sentirla desde el corazón de ella misma, amarla y desde esa convicción levantar la bandera de su transformación donde nuestras voluntades serían la savia milagrosa que "consagraría esa primavera" y desde esa actitud-aptitud cualquier gobernante o tiranozuelo sabría respetarnos.

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