miércoles, 13 de junio de 2012

ETICA Y SALUD PÚBLICA ARTÍCULO DEL DR. CESAR BRAVO BERMEO

ÉTICA Y SALUD PÚBLICA Felizmente los griegos, que dieron luz al pensamiento occidental, pusieron a la Filosofía, vale decir, la reflexión y argumentación, en el zenit de las ciencias, con una derivación, la Ética, disciplina cuyo contenido, la normativa de los principios y valores, permite y facilita el juzgamiento de la conducta moral de los miembros de la sociedad. La Ética dota los instrumentos para evaluar, bajo el dominio de la racionalidad y la lógica, las decisiones personales y de los colectivos transformados en conflictos, reconocidos como dilemas éticos, ante situaciones habitualmente en controversia que admiten la posibilidad de elegir, en uno u otro sentido, favorecer el bien o el mal, hacer lo correcto o incorrecto. Así concebida la Ética no hay actividad humana en la que no esté presente y ejerza su poder regulador. Fueron los criterios establecidos por Hipócrates, característicamente paternalistas, más tarde convertidos en Juramento, los que dieron la pauta para el comportamiento ético de los médicos, esto es, actuar siempre en favor de los enfermos; y, posteriormente, como Deontología Médica, cuya dimensión se ubicaba todavía en la relación médico-paciente, avanzó hasta lograr recoger y unificar en códigos los deberes generales de los médicos con sus pacientes y colegas. Surgen los Códigos de Ética Médica, tan variados como sus orígenes, en los que se articulan normas que amplían las responsabilidades de los médicos, ya no con los de su entorno laboral y profesional únicamente; sino también, con la sociedad, desde la perspectiva de que toda acción sobre el individuo repercutirá sobre el público, sin distanciarse de la concepción hipocrática ni de los principios éticos "prima facie" del ejercicio de la medicina: autonomía, no maleficencia-beneficencia, justicia. Con el nuevo paradigma de atención de salud identificado con la doctrina filosófica comunitaria, la salud pública, se adicionan valores antes no descritos, los centrales: la solidaridad; la competencia; la compasión; la autonomía del médico; y además, el compromiso de defender los derechos humanos, promover el bienestar y facilitar el establecimiento de la justicia social. La responsabilidad ya no recae exclusivamente en el médico, sino que, involucra al equipo de salud liderado por el salubrista, especialista en salud de la población. El equipo de salud se encarga de organizar, planificar y ejecutar las acciones tendientes a preservar y promover la salud colectiva, orientado principalmente, por la información epidemiológica de la distribución de las enfermedades y los determinantes sociales de salud. Se constituye, siguiendo la tradición médica, en defensor de las condiciones socio-ambientales de los pobres y de los derechos humanos especialmente importantes para la Ética Médica: el derecho a la vida; a no ser discriminado; no sufrir tortura y trato cruel, inhumano o degradante; derecho de acceso igualitario a los servicios públicos de un país; y, a la atención médica. De los derechos humanos conculcados que afectan la dignidad de las personas a escala mundial, la salud ocupa los primeros sitiales. Ocurre en el marco de visiones políticas, miopes y corruptas, de gobernantes y administradores distanciados del ser humano y la sociedad que no se inmutan ante la brecha de desigualdades entre ricos y pobres, las que traen aparejadas estadísticas infamantes de desnutrición, mortalidad infantil y materna, también de disponibilidad de agua, saneamiento, educación, entre otras. Teniendo los conocimientos y los recursos es éticamente impostergable cambiar esta realidad. En el Ecuador está cambiando. Dr. César Bravo Bermeo 5. 06.12 Becario del Ecuador bravocesar50@hotmail.com Buenos Aires, Argentina

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